Anomia en el Deporte[1]
Etimológicamente anomia deriva (del griego
ἀνομία / anomía: prefijo ἀ- a- «ausencia de» y νόμος / nómos «ley, orden,
estructura»), en cuanto a su definición En el ámbito de la psicología y la
sociología, que son nuestro tema de interés, se denomina a la falta de normas o
incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo
necesario para lograr las metas de la sociedad, dicho de otra manera, es un
estado que surge cuando las reglas sociales se han degradado o directamente se
han eliminado y ya no son respetadas por los integrantes de una comunidad, también puede hacer referencia a la carencia
de leyes.
En el caso del deportista, no es compañero de la
anomia, por el contrario, La práctica deportiva implica para su ejecutante un placer,
por lo que la adaptación a la norma que hay dentro de la disciplina deportiva
que practique se logra con su consentimiento.
En su formación, el deportista, particularmente
el de disciplinas colectivas, sabe que debe anteponer el bien del equipo al de
su propio interés, por lo que La disciplina en el régimen de entrenamiento,
descanso, viajes y comida, es un comportamiento que el deportista incorpora
desde temprana edad a las reglas del juego, que si son desatendidas pueden
repercutir negativamente en el propio competidor y su equipo, compañeros,
técnicos en sanciones de tipo disciplinario.
Todos estos hábitos que se incorporan desde la
infancia llevan a considerar que un deportista bien formado difícilmente tendrá
comportamientos anómicos, por desobedecer normas jurídicas o sociales en su
vida en comunidad. No se trata de formar individuos sumisos, sino de dotar a
los mismos de criterio social para la toma de decisiones.
El deporte seguramente no tendrá, ni se pretende
que tenga, todas las respuestas para la intolerancia, el autoritarismo y la
anarquía que a veces observamos en nuestra atribulada vida cotidiana, pero
indudablemente colaborará y mucho en combatirlas formando adultos
autorrealizados, libres, tolerantes, responsables y abiertos a lo universal.
Limites humanos del deporte de alta competencia[2]
Cuando hablamos de los límites Humanos del
deporte de alta competencia o alto rendimiento, aparte de hacer referencia a
los límites fisiológicos que es capaz de conseguir y superar un deportista o
atleta a extremos inimaginables, debido a los rigurosos entrenamientos físico y
técnico tácticos que realizan logrando alcanzar niveles óptimos de adaptación
fisiológica para un objetivo, estamos hablando o haciendo referencia a la
psicología deportiva Ya que en los altos niveles competitivos Para lograr la
excelencia en el alto rendimiento deportivo es fundamental maximizar todos los
recursos disponibles, tanto físicos y técnicos como los mentales. Sólo así se
pueden traspasar los propios límites, expandir las capacidades y aspirar a
estar en la cima de la disciplina.
Todos consideran y destacan que el aspecto
mental es fundamental en el juego o competencia, Casi todo lo mental está librado a la buena voluntad y al sentido
común. No es difícil sentirse especialistas en el conocimiento y manejo del
aspecto mental en el deporte, con el sentido común parece alcanzar el objetivo
y no se considera necesario el asesoramiento profesional.
Cabe destacar que a nivel físico o fisiológico
según el campo de la medicina existen unos límites imposibles, que residen en
la estructura ósea y la fuerza muscular. Los huesos se pueden romper si
caen de una cierta altura; los músculos pueden aumentar de volumen y fuerza,
pero los tendones no varían, difícilmente pueden aguantar más allá de un cierto
límite, por otra parte, también hay un problema de suministro energético, un
principio básico explica que la actividad metabólica en máximo ejercicio no
suele superar siete veces la del metabolismo en reposo. Es decir, Por el
contrario, hay quien sostiene que el ser humano tiene todavía mucho recorrido. Sebastián
Coe, mítico atleta de medio fondo, cree que no estamos “ni siquiera cerca de
los límites”. Todd Schroeder, profesor de la Southern California University,
confirmaba que el ser humano, cuando entra en juego su supervivencia, es capaz
de romper barreras. “Es como si el cuerpo humano almacenara una reserva de energía
para situaciones anómalas. El hombre parece no ser consciente de este
potencial”.
Es aquí donde juega un papel muy importante la
neurociencia, una rama de ella como es la psicología deportiva, que tienen que
ver con lo visual, con el control motor y lo relacionado con el área de
mejoramiento a través de estímulos del sistema nervioso, Hasta no hace mucho,
el ejercicio físico era lo primordial en el entrenamiento de un deportista.
Luego se conoció la importancia del factor psicológico, y desde hace unos años
se incorporó la preparación mental. Hoy, en tiempos súper profesionales, ya no
se duda de que la ciencia aplicada al deporte es el plus que muchas veces se
necesita para obtener un buen resultado.
Actualmente, se trabaja sobre el cerebro de los
deportistas, se aplican los conocimientos de la ciencia al entrenamiento
diario, algo que se consigue, por ejemplo, a través de ejercicios para mejorar
el campo visual y acortar los tiempos de reacción frente a un estímulo. Según
un estudio del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD), esto
mejora en un 19% la velocidad de respuesta.
“El 80% de la información ingresa al cerebro a
través de los ojos, y éstos se mueven por medio de seis pares de músculos que
son entrenables. Si esto se trabaja, se acortan los tiempos de procesamiento de
la información en el cerebro y la respuesta motora es más rápida”, explica
Fernando Fossati, uno de los directores de Acumen, el único centro de
entrenamiento visual, físico y mental para deportistas profesionales y amateurs
del país. Nació con el objetivo de ofrecer una propuesta que complemente el
entrenamiento físico: herramientas para el manejo del estrés, la toma de
decisiones en momentos de presión y, a fin de cuentas, la optimización del
funcionamiento del cerebro.
La mente de un deportista es tan poderosa que
muchas veces ofrece ese impulso que hace falta para avanzar en las diferentes
disciplinas deportivas.
Así lo asegura el psicólogo deportivo Enrique
Fernández, quien aconseja que una de las ramas que aún falta por desarrollar en
las costumbres de los atletas es la parte psicológica.
Cultura, Deporte y Sociedad[3]
Autorizadas opiniones aseguran que el
deporte constituye la Institución Social más llamativa del presente siglo,
donde arrastra tras de sí a una infinidad de personas, pues éste les ofrece
amplias posibilidades de socializarse o insertarse en un mundo cultural fabuloso
y multifacético.
Si
atendemos al origen de la palabra deporte, ésta se remonta al proceder de los
marinos provenzales, cuando identificaban que "estar deporta" era
estar de descanso, aunque resulta útil aclarar que éste no era sinónimo de
ocio, pues al coincidir marineros de diferentes latitudes se producía un
encuentro cultural muy rico, a través de las conversaciones, de las artes de
pescas, de los rituales y marcadamente por el desarrollo de los juegos de
fuerza y destreza como las cañas, justas y anillos.
También
desde el "Cantar del Mió Cid"(1140), hasta la "Crónica de Ramón
Muntaner" (1325), aparece el vocablo DEPORTAR como sinónimo de ejercicio
físico y diversión, con reiteridad significativa.
Además
desde tiempos inmemoriales, los convites olímpicos reunían al pensamiento
cultural más ilustrado del momento, como a los poetas, filósofos, escultores,
oradores y todos gustaban de aprovechar la multitudinaria coyuntura para hacer
disertaciones de su erudición.
La
Cultura es el rostro de la personalidad del hombre, por lo que manifiesta tanto
la consecución de sus valores como las de la sociedad donde vive. La cultura de
una época tiene sus cimientos en esos valores de los hombres y su manifestación
más evidente en el contexto social.
Considerando
al deporte dentro de la meditación anterior nos dice que este está insertado en
una Época Cultural determinada, como elemento legítimo y como real
representante de esa sociedad y de su cultura.
El
deporte como expresión de la vida cultural de la humanidad se interpenetra en
múltiples aristas que son manifestaciones de la CULTURA. Tal es así que nuestro
Alejo Carpentier hace algunas décadas reconoció a Píndaro como el cantor de los
deportistas de su época, cuando narró de forma subliminal una regata; cuando
Platón y Plinio exaltaron la belleza de la equitación, cuando el escritor
humanista francés Rabelais tuvo la clarividencia de plantear el papel educativo
del deporte de una de sus obras cumbres. Nos recordaba Carpentier también como
el juramento que inició la auténtica Revolución Francesa, se efectuó en una
instalación construida para el juego de béisbol.
Como
vemos el deporte aparece reflejado como baluarte de la cultura universal en la
antigüedad pero no se expresa en ese ritmo en otras manifestaciones culturales,
como en la literatura del siglo XIX, que ignora esta temática, a no ser en sus
finales que en obras de Jorge Honet y D. Annunzio se referían a la esgrima,
pero solo reconociendo su faceta en saldar deudas entre los caballeros de la
época, además se refirieron a los deportes de caza y equitación.
Fuera
de lo planteado todo aquello que cultivara la actividad física o tan solo la
asistencia a un espectáculo deportivo, se consideraba algo burdo. Así oscilaban
las concepciones de la cultura deportiva de la época.
Estas
concepciones van variando al arribar el presente siglo alentados por jóvenes
practicantes, también con procedencia social burgués, aunque esta inclinación
se adhería a deportes que para su práctica requerían de especializados medios y
recursos financieros como el POLO, el GOLF, el TENIS, jugándose en clubes.
La
práctica deportiva estaba concentrada en esta clase social y ponían el deporte
en función de su status social soslayando toda voluntad de explotar los
beneficios del adiestramiento de los músculos.
Esta
polarización seguía, pues en el polo contrario aparecía otra cultura deportiva
que iba encaminada a la creación de grupos sociales espontáneos a la
movilización de grandes masas, en función del boxeo, béisbol, de eventos de
atletismo, donde cada día sumaban más espectadores y se aunaban esfuerzos
populares para construir instalaciones deportivas, que en ocasiones fueron
rústicas.
Se
adentraba el siglo, se desarrollaba y popularizaba el deporte, y se acentuaba
una cultura deportiva, pues en las competiciones vibraban las odas al deporte e
himnos a los campeones que ya tomaban fuerza no solo en la literatura, sino se
coreografiaban piezas de ballet siguiendo los movimientos de un tenista, como
"JUEGOS" del músico francés Claude Debussy; "Rugby" poema
llevado a la sinfonía por el suizo y autor de obras de cámara Arthur Hongger,
las pinturas que ilustraban a ciclistas y nadadores del pintor francés Fernand
Leger y a consideración del escritor francés , nacido en Suiza Blaire Cendras
en los movimientos de un gimnasta, hay tanta belleza como en una pieza de
ballet.
El
séptimo arte también ha penetrado en el campo deportivo, aunque a consideración
de directores y realizadores, ejecutar filmes olímpicos es algo muy complejo,
pues consideran que la televisión es un medio más expresivo y más completo para
comunicar grandes emociones.
Otra muestra en que deporte y cultura se interpenetran es el majestuoso Museo Olímpico de Ouchy en Laussana, Suiza, concebido por el aliento de Pierre de Coubertin quien siempre quiso externizar la imbricación entre arte, cultura y deporte.
Otra muestra en que deporte y cultura se interpenetran es el majestuoso Museo Olímpico de Ouchy en Laussana, Suiza, concebido por el aliento de Pierre de Coubertin quien siempre quiso externizar la imbricación entre arte, cultura y deporte.
La
Filatelia también irrumpe dentro de esta esfera, en especial cuando se agasaja
a un deporte, o por sus hazañas, o cuando convoca un evento de envergadura,
además los sellos conmemorativos ya sean Olímpicos, Panamericanos o de Campeonatos
Mundiales son muy codiciados por los coleccionistas, ayudando así los servicios
postales a mostrar que estos aspectos no solo son manifestaciones deportivas.
Algo
muy cercano del deporte con la identidad cultural de los pueblos son los
vestuarios en las olimpiadas de todo el personal oficial que participa, y ello
toca muy de cerca a las grandes masas, a tal punto que esa vestimenta participa
en concursos desde 1928, donde se requiere que por esas ropas se identifiquen
con facilidad la función que ejerce cada participante y en el caso particular
de los atletas que por sus atuendos identifiquen a sus respectivos países.
Al
deporte debemos insertarlo tanto en la cultura material de la sociedad como en
la cultura espiritual, pues ésta es la expresión activa del hombre y de la
realización multilateral de sus fuerzas esenciales, de ahí que esta actividad
de los hombres tengan un resultado de valor socialmente indiscutible; debido a
que va encaminado a forjar una personalidad que conjugue en sí, riqueza espiritual,
limpieza moral y perfección física.
De
ahí que muchos investigadores en materia culturológica, parten del criterio de
que el hablar del deporte como cultura, esta urgida de que se conforme todo un
aparato conceptual-terminológico para establecer una estrecha relación con la
cultura moral, estética y laboral entre otras, determinando su lugar dentro de
la cultura integral de la sociedad.
Sí
bien acentuamos que el deporte resulta un pivote básico en la formación de los
hombres, se debe hacer todo por preservar en un primer plano los factores de
índole educativo, de lo contrario puede que se convierta en un autobjetivo, en
un culto a la autosuficiencia, a la agresividad, al egoísmo. Estas situaciones
prefijadas resultarían un serio obstáculo en el desarrollo de los matices
culturológicos espirituales del deporte.
Refiriéndonos
al problema de cuando el deporte se encierra en sí mismo y se convierte en un
autobjetivo se produce un rompimiento de las relaciones estructurales de una
cultura asimilada socialmente, teniendo consecuencias sociales y personales
nefastas.
Además
el deporte es expresión de las tradiciones nacionales de determinada región del
mundo. Pensamos en las características inaugurales de los Juegos de Tokio en
1964, donde estuvo presente el sable samurai, los Panamericanos de la Habana en
1991, donde los contagiosos ritmos y bailes caribeños incitaron la
efervescencia de los espectadores y el gran colorido y marcialidad de las
pizarras humanas y las tablas gimnásticas dejaron ensimismados a los
asistentes. Y qué decir de Barcelona/92 cuando en ella estuvo presente una
versión moderna de la historicidad del olimpismo y disfrutamos todos del
talento melódico de grandes de la ópera europea.
Por
tanto también es cultura, porque es espectáculo y en este se cultiva lo bello,
lo sublime, lo dramático, lo emocionante, lo instructivo y desde el punto de
vista del practicante porque demuestra maestría en el evento que ejecute.
Como
institución social, la más llamativa de nuestros tiempos a criterio de muchos
autores también es cultura, porque nos enseña la historia, nos reconstruye
hechos, nos obliga a tener cierto conocimiento intelectual para comprender cómo
se desarrolla el juego, cuáles son sus reglas normativas, porque pone sobre sí
la atención de millones de personas, desde el activo practicante, hasta el
pasivo espectador o radio escucha hogareño.
En
nuestros tiempos, el deporte forma parte de la política cultural que rige la
vida, encarnando una cultura universal, pues incluye el principio de aceptación
absoluta, independientemente de credos religiosos, doctrinas políticas, etnias,
razas, lenguas o latitud donde se ubique, es por ello que ningún otro fenómeno
que sea expresión de cultura posee estas cualidades de su propio género.
[1] http://udssociologiadep.blogspot.com/2016/05/anomia-en-el-deporte.html
[2] http://udssociologiadep.blogspot.com/2016/05/cuando-hablamos-de-los-limites-humanos.html
[3] http://www.ilustrados.com/tema/9865/cultura-deporte-sociedad.html